D. Francisco Bonilla y Anguita

D. Francisco Bonilla y Anguita

Militar e historiador

Entre la galería de villariegos ilustres que nuestra villa ha dado, hemos de resaltar la figura de Don Francisco Bonilla Anguita, hombre de vida apasionada y agitada, militar y amante de la historia del pueblo que le vio nacer.

Don Francisco Bonilla Anguita, nace en el número 5 de la calle Molino (hoy Francisco Bonilla), de Los Villares, el 26 de octubre de 1857, Era hijo de don Julián Bonilla Parra y de doña Rufina Anguita Martínez, naturales y vecinos de Los Villares.

Fotografía de Don Francisco Bonilla Anguita.  Perteneció a su alumno Don Eduardo Campos y Campos. Llegó a nosotros a través de Pedro Higueras Cantos.

Primera etapa militar (1875-1886)

Realizados los estudios de bachillerato, a punto de cumplir los dieciocho años, ingresó en la Academia de Infantería el 8 de octubre de 1875. Allí permaneció cursando estudios hasta finales de julio de 1878 y por Real Decreto de 5 del mismo fue promovido al empleo de alférez y destinado al Regimiento de Infantería “Asia 59”, de guarnición en Málaga donde permaneció hasta el 27 de enero del siguiente año en que su batallón se desplazó a Tarragona, guarnición que la que a finales de mayo pasó a situación de reemplazo, quedando en la plaza de Guadalajara.

En esta situación se mantuvo hasta julio de 1880, siendo destinado el 12 de ese mes al Regimiento de Infantería “Asturias, 311”, en la plaza de Tolosa (Guipúzcoa), donde terminó el año. El 25 de noviembre de 1881 fue trasladado con su Regimiento a la ciudad de San Sebastián. A propuesta de sus jefes, fue nombrado Abanderado de su Batallón y en el ejercicio del mismo permaneció hasta finalizar el año 1882.

A propuesta de su coronel y con aprobación del Estado Superior del Arma, con fecha 15 de septiembre de 1883 fue nombrado profesor de la Escuela de Alumnos de su Batallón, ejerciendo esta comisión y la de abanderado hasta final de año.

Con el deseo de atender sus intereses privados, solicitó el pase a la Escala de Reserva (una especie de excedencia), y por Real Orden de 20 de mayo de 1884 fue destinado al Batallón de Depósito 94, en Jaén, incorporándose en junio, actuando también como auxiliar en la Caja de Reclutas de la ciudad, donde permaneció hasta el año 1886.

Su estancia en Los Villares (1886-1895)

Entre los años 1886 y 1895 volvió a Los Villares, residiendo en la popular “Casa Grande”, antigua residencia de los Vizcondes de Los Villares, casa que había comprado a don Domingo Alcalá Cabrillona, anterior propietario, en 4 julio del año 1885.

No sabemos a ciencia cierta que le impulsó a dejar temporalmente la milicia, aunque suponemos que fue el deseo de administrar temporalmente su patrimonio.

Durante estos años se dedicó a la enseñanza particular, preparando a varios jóvenes para el bachillerato y el magisterio. También cultivó sus aficiones históricas reuniendo una interesante colección arqueológica y escribiendo una historia de Los Villares, que tituló “Cosas rancias de mi pueblo”, obra que no llegó a publicar y cuyo manuscrito anda lamentablemente perdido. Uno de sus alumnos predilectos fue don Eduardo Campos y Campos (1870-1957), joven cuyas aficiones y personalidad entonaban perfectamente con la suya.

Soltero empedernido, gustaba de la tertulia que solía montar con dos amigos íntimos, don Francisco Alcalde Gómez y el abogado y periodista don Eduardo Fernández del Pozo y del Río (1867-1949), republicano histórico y hombre de vida agitada y ruidosa que a la sazón residía en Los Villares.

Junto a Don Francisco vivió con él en la casa una mujer llamada María Luis Andrea, a la que siempre consideró su hermana, y así figura en el padrón de 1895 (AHMLV. Caja 267, Leg. 0965. Padrón de 1895), aunque al parecer era una niña expósita recogida por sus padres y que vivió con ellos como una hija.

Segunda etapa militar. Cuba (1895-1896)

El proceso de independencia de Cuba tuvo lugar entre 1868 y 1898. Ese largo proceso de independencia se vivió en dos etapas: La guerra de los 10 años (1868-1878) que terminó con la derrota de la insurrección a manos de las fuerzas del Imperio español, y luego entre 1895 y 1898, cuando José Martí retomó las acciones para la liberación cubana que no pudo concluir, pues además de su muerte a inicios de la confrontación con España (mayo de 1895), el Ejército Libertador cubano se vio dominado por Estados Unidos, país que intervino política, diplomática y militarmente en el proceso de liberación de Cuba al declarar la guerra a España en 1898.

El Pacto de Zanjón, firmado el 10 de febrero de 1878 ponía fin a la llamada Guerra de Diez años (1868-1878). Tras un periodo de calma relativa, en 1895 se dio nuevamente una segunda etapa independentista encabezada por José Martí, el general Máximo Gómez (jefe de las tropas revolucionarias) y Antonio Maceo (jefe militar del Ejercito Libertador de Cuba), a la cual se le unió Puerto Rico que al igual que Cuba también querían su independencia. 

Al recrudecerse la Guerra de Cuba, Don Francisco Bonilla solicitó su reingreso en el Ejército. Por Real Orden de 3 de octubre de 1895. Siendo promovido al empleo de 1er Teniente, era destinado al Batallón de Cazadores de “Cataluña núm. 1” que se encontraba en Córdoba reorganizándose para marchar a Cuba.

Antes de incorporarse, decidió hacer testamento y en 29 de octubre otorgaba testamento ante Don Julián Espejo y García, notario de la ciudad de Jaén, dejando por su única heredera universal a María Luisa Andrea. En el punto segundo del testamento expresa: Que, por motivos por él muy atendibles, ha cuidado siempre y vive hasta ahora en su compañía, cual si fuera su hermana. María Luisa Andrea, nacida de padres desconocidos el 30 de noviembre de 1867, se mantiene soltera.

Don Francisco de Bonilla, deja como albaceas de sus bienes a sus dos amigos don Eduardo Fernández del Pozo y del Río y don Francisco Alcalde Gómez.

Otorgado el testamento, a primeros de noviembre Don Francisco Bonilla se incorpora a su Regimiento en Córdoba donde permanece hasta el 21 de noviembre. Ese día salía por ferrocarril con su unidad, embarcando al día siguiente en Cádiz en el vapor “Buenos Aires” con destino a la isla de Cuba.

Llegó a Cuba el 7 de diciembre desembarcando en Caibarién. Tras dos días de descanso salió en ferrocarril con destino a  Placetas llegando el mismo día e incorporándose a la unidad bajo el mando del Teniente Coronel Don Manuel Álvarez Arenas, salió de operaciones de campaña en una columna que se enfrentó a los cabecillas Máximo Gómez y Antonio Maceo y Rego los días 10 en Minas Abajo; el 11 en el paso del río Manicaragua, Maneca y Potrero de Alberiche; el 12 en Cacalinal y en el paso del río Mabujina; el 13 en Linares, en las Lomas de Mabujina, California y  Malumbó, el 14 en Liyui, Mango y Negra del Alba; el 15 en el sitio denominada Pendegeral, en Maugó y Gurró; el 17 en la Lomas de Pueblo Viejo y Paso de Alemillas; y el 18 en Ingenio Cantabria y sitio llamado Ojo del Agua.

En estos combates que tuvieron lugar entre el 10 y 20 de diciembre de 1895, ganó para su hoja de servicios la ansiada calificación de “Valor demostrado”, mereciendo la felicitación del General Jefe de la Brigada Don José Oliver, que en su escrito manifiesta: “He quedado altamente satisfecho de la conducta, buen espíritu y valor demostrado en las operaciones llevadas a cabo entre los días 9 y 22 del presente mes”.

El 28 de diciembre salió de Camajuaní tomando parte en el fuego con las partidas insurrectas en el Curial, río Guajén, Rincón del Paso y Vega alta, saliendo el 29 por ferrocarril con dirección a Santo Domingo a cuyo punto llegó el mismo día para un breve descanso.

A primeros de eneros de 1896 se iniciaron nuevas operaciones de campaña en la provincia de Santa Clara a donde se incorpora con su unidad participando el 12 de enero en el encuentro que tienen con la partida insurrecta de Cepero en el Callejón en los sitios denominados “Diamante” y “La Josefa”.

El primero de febrero salió de Santa Clara para la protección de los trabajos en la vía férrea, teniendo fuego con las partidas de Cayito Álvarez y Antonio Núñez en el sitio llamado “Arroyo Hondo” regresando a Santa Clara ese mismo día.

Al día siguiente salió, formando parte de la columna al mando del Comandante de su Batallón Don Juan Valls Castelo en la protección de un convoy de raciones para los fuertes de “Loma Cruz” y “Manajanabo”, regresando a Santa Clara el día 4.

El desgaste físico y las penalidades sufridas debilitaron su salud y el día 7 de febrero ingresaba en el Hospital Militar de Santa Clara atacado por la temida fiebre amarilla, con tal virulencia que falleció el día 9 de febrero de 1896, cuando apenas llevaba dos meses de campaña, recibiendo sepultura al día siguiente con el ritual castrense de guerra.

La noticia tardó en llegar a Los Villares. En abril se ponía en marcha el procedimiento para que su heredera entrara en posesión de los bienes.

A poco tiempo, el Ayuntamiento de Los Villares decidió dar su nombre al primer tramo de la empinada calle del Molino, que desde la Fuente subía hasta el Molino del Rey, en cuyo número 5 había nacido tan preclaro villariego.

Sirva esta publicación, para rescatar del olvido y rendir homenaje a este ilustre hijo de Los Villares, considerado como el “primer historiador de nuestro pueblo”.

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

-Archivo Histórico Municipal de Los Villares

-Registro Civil de Los Villares

-Archivo General Militar de Segovia.

-Revista Lope de Sosa.

-Revista Escolar-Cultural “La Fuente”.

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