Esta es una de las muchas leyenda tiempos atrás se contaban sobre la aparición de una misteriosa Dama rubia vestida de blanco, que protagoniza varias historias en toda la zona del Canjorro y la Cueva del Contadero, lugares donde según la gente de la época, se aparecía.
Todo ocurrió en Los Villares, un campesino ya mayor, vivía con su esposa en una pequeña casa, era un matrimonio que nunca llegó a tener hijos. En la casa de al lado vivía el hermano de este campesino, y ambos trabajaban juntos unas tierras que su padre les dejó como herencia al morir.
Su vidas transcurrían tranquilas hasta esa noche: el campesino tuvo un sueño, en el cual una voz femenina le revelaba un secreto, la voz le indicó que a las afueras del pueblo bajo una vieja higuera de ramas desproporcionadas, le esperaba enterrado una cantara pequeña llena de monedas de oro, pero para sacarla tendría que buscarla en las entrañas del viejo árbol. En el sueño pudo ver el lugar exacto donde se encontraba la vieja higuera, pero solo se trataba de un sueño y no tenía la mínima importancia o eso pensó él al principio. A la mañana siguiente como era costumbre en los hombres de la zona, cogió la merienda y junto con su hermano se marcharon a trabajar al campo que su padre les dejó de herencia, hasta que oscureciera.
Mientras los dos hermanos trabajaban en las tareas , el hermano que tubo el sueño, le comentó lo que había soñado, y cual fue la sorpresa que los dos hermanos habían tenido el mismo sueño. Viendo esto, esa misma tarde cuando terminaron de trabajar se dirigieron en busca del viejo árbol a pesar de que se hacía de noche.
Los hermanos estaban extrañados por lo que les había pasado, aquello era demasiado fantástico para ser real, todo el mundo había oído hablar de historias antiguas de tesoros escondidos en Los Villares, pero nunca nadie había encontrado realmente nada, solo debían de ser eso, historias.
No tardaron en encontrar la higuera, era de noche y la poca luz que la luna les proporcionaba no les dejaba ver mucho, pero ninguno de los dos tuvo dudas, aquella majestuosa higuera era la misma del sueño. Por lo que los hermanos se pusieron a cavar bajo esta, destacaba por ser la más grande y vieja de todas las higueras de aquel lugar. Cavando y cavando cada vez profundizaban más en el interior de la tierra, las rices era enormes y llegaron a un punto donde sacaban más raíces que tierra al cavar, ya se iban a dar por vencidos, pero justo entonces la pala chocó con algo, sacaron una antigua cantara de barro, repleta de grandes monedas de oro, el brillante reflejo del metal precioso les robó el aliento y los dos enmudecieron, se miraron cómplices de aquella locura que les había hecho ricos, sin dar crédito se abrazaron locos de alegría. Como la voz del sueño les había prometido.
Acelerados y nervioso, rompieron la cantara y cargaron todo el oro en la saca de tela que llevaban para la merienda, y partieron con rapidez hacia el pueblo, debía de ser ya muy tarde, estaban exhaustos de haber cavado tanto y la saca llena de oro pesaba tanto como valor tenía, pero la alegría que llevaban era aun mucho mayor. De camino a casa planeaban como iban a explicar el origen de su fortuna a todo el mundo, acordando que lo más sensato sería mentir y no revelar su autentica procedencia. Fue entonces cuando caminando entre los olivares se toparon con una mujer vestida de blanco con una larga melena rubia que les salió al camino de entre la oscuridad.
-¿Qué lleváis en esa saca?. Pregunto la señora señalando el saco de la merienda que llevaban lleno de monedas de oro.
Y los hermanos nerviosos y recelosos de que nadie fuese a querer quitarles su tesoro le contestaron.
-Son caracoles. Respondió uno de ellos en tono de desagrado.
Y la señora les respondió.
-Pues que caracoles se vuelvan.
La mujer desapareció de la misma manera que vino, sin ser vista, y los hermanos prosiguieron, pero por el camino se dieron cuenta que la saca no pesaba apenas, el terrible peso del oro ya no hacía mella en sus espaldas, al mirar la saca de la merienda donde llevaban las monedas pudieron ver que todo el oro se había convertido en caracoles. Así fue como los dos hermanos perdieron el tesoro por haber intentado engañar a la misteriosa Dama.
Alvaro Luque Lomas