Son cuatro los Villariegos que han participado en el Reto del Diario Jaén, podemos ver sus escritos aquí:
María Gallardo Martínez. Concejala de Cultura del Ayto. de Los Villares. Los Villares
Puerta de Andalucía; camino de luz que seduce al viajero entre su remanso de olivos y tierra fértil acariciada por la vasta y a la vez cálida mano del jornalero.
Lugar de leyendas donde la realidad y la ficción se confunden en la duda por el cariño con que nos contamos nuestras historias.
Cada vez que nos alejamos hay algo en nuestro interior que sólo descubrimos al volver: cuando contemplamos de nuevo su castillo dejado descansar sutilmente en sus faldas…
Tierra de gentes con la mirada puesta en el mayor de sus “abuelos” y con ternura reflejada en la faz más entrañable que haya conocido la humanidad…nuestro Santo Rostro.
Son tantas las cosas que me hacen sentirme privilegiada de pertenecer a este pedacito de cielo que disfrutamos en la tierra.
Ramón Guixá Tobar. Profesor. Los Villares
Olimpo jaenero. Conquistador de los espacios olivareros. Atalaya del infinito. Sobre tu cima se duermen, arrullados por la niebla, los vientos ábregos, ésos que traen las lluvias atlánticas a nuestra tierra reseca. Cuando despiertan, se desperezan entre las nubes y enfilan la ciudad a ritmo trepidante.
Jabalcuz, monte negro, roquedo imponente. Tu nombre deriva de Yabal-al-qust, el monte del “costo”; la planta que trajeron los conquistadores desde el Oriente; la hierba de Santa María que abunda en tu seno
Jabalcuz. Hay que escalar tu cima y acariciar el cenit, para comprender lo que significa el amor a esta tierra. Otear como un águila los horizontes y descubrir sus límites: Sierra Morena. Sierras de Cazorla y Segura. Sierra Mágina. Sierras de Baza, de Iznalloz. Sierra Nevada. Sierra de Valdepeñas. Las sierras malagueñas. Parapanda. Sierra Ahillo. Serranías subbéticas cordobesas…Y al pie, dormida como una princesa de las mil y una noches. Jaén, ibérica, romana, árabe y cristiana, Jaén eterna. Jaén ungida con el óleo santo de sus aceitunas. Jaén, la ciudad de los vientos y los sueños incumplidos que te tiene a ti como referencia continua y secular de su decurso vital.
¡Jabalcuz! Símbolo de la belleza de una ciudad. Bandera y referencia del jaenero.
Luis Heredia Barragán. Abogado y escritor. Los Villares
El otro día, mientras la luna se estiraba sobre las faldas de Jaén, recordé que mi ciudad se vestía de olivos y riachuelos de aguas fecales dirección hacia Madrid, que desembocaban en el dulce aroma que desprendía la fábrica de Cuétara a galleta recién hecha, sobre lo que hoy es el Bulevar y, entre tanto recuerdo, no pude olvidar que mi ciudad lloraba viendo a sus hijos encerrados en un lugar que llamaban “Los Prados”, donde aquellos locos jugaban al juego amargo de sus vidas. Algo más arriba, cuando mis cuarenta y una ferias de Octubre quedaban aún lejanas, habitaba el llanto de unos niños donde les enseñaban en “Santo Domingo Savio”, los primeros principios de la existencia: Sufrimiento. Sufrimiento porque los arrancaron de los brazos de sus progenitores por una u otra razón y se educaban en la tierra del Santo Reino al margen de uno de los valores que para todo ser humano debía ser fundamental, la familia. Y, mientras muchos jóvenes perdíamos la inocencia en el envejecido y ahora lugar de baile, cine España, Jaén se perfumaba con olor a aceituna dulce para recibir al Real Jaén en el olvidado campo de la Victoria, tanto como la segunda División. Y sus gentes no olvidaban allá geográficamente donde anduvieran, que pronunciar Jaén, era tanto como volar hacia uno la imagen de un Abuelo con Catedral y Castillo al fondo. Jaén, como si fuera humano, creció para hacerse grande, aunque todavía sufra con dolor el alto índice de paro que alberga con un nudo en su estómago morado y verde.
Elvira Parra Serrano. Los Villares. A penas diez kilómetros de Jaén lo separa, rodeado de montañas está, situado entre un hermoso valle el pueblo de Los Villares. Su paraje esta afincado con un deleite de contrates acogedores, peculiares y aromáticos, que cuando te introduces en él es muy fácil percibir en todo nuestro entorno, rodeado de esos frondosos y hermosos olivares.
El aceite que de ellos se obtiene, es de una sierra trabajada abrupta y profunda de estas tierras fértiles que nos dan muy buenos frutos.
Tenemos con abundancia este bien tan preciado como es el agua, fomenta riqueza prosperidad, es el manantial de rio frió fuente de vida que nos ofrece este hermoso manantial.
Los Villares es un pueblo que crece cada día sin demora pues la fraternidad de sus gentes y ese pequeño, pero in tenso vergel de naturaleza de tierra fértil, hace que te quieras quedar en Los Villares, pueblo de arraigo, de futuro y principios.